viernes, 17 de abril de 2015

Tatuaje


La aparición del cuerpo de un hombre sin rostro en una playa de Barcelona con únicamente un tatuaje sobre su pecho que dice «He nacido para revolucionar el infierno» como elemento identificador dio pie a Manuel Vázquez Montalbán para introducir a Pepe Carvalho, el legendario detective de la novela negra española. Como dice Francisco J. Satué “el nacimiento de Carvalho fue fruto de una apuesta tramada por unos amigos que toman copas, comparten celdas y utopías de libertad y discuten de libros que aman y detestan”. Lo cierto es que este inicial Pepe Carvalho, que ya aparece en uno de los “escritos subnormales” de este escritor barcelonés, en concreto, en Yo maté a Kennedy, ya nos acerca a los ambientes elegantes y rufianes de la capital catalana, mostrando una variopinta fauna humana que va desde el Bromuro, ese limpiabotas tan visionario como informante, o la Charo, su amante y compañera, las niñas bien de la burguesía heredera de la revolución industrial decimonónica o el ambiente canalla de lupanares de Barcelona o de la capital cultural holandesa. 

En esta primera gran obra sobre el investigador privado vamos descubriendo igualmente algunos retazos de su pasado como miembro de la CIA, de los espacios en los que se ha movido, entre ellos, en los Países Bajos y de su enorme capacidad deductiva y de observación. Pero sobre todo descubrimos su facilidad para entender la condición humana, condición que Pepe Carvalho siempre capta, pero nunca juzga. 
A lo largo de sus algo más de 190 páginas la pluma de Vázquez Montalbán nos va descubriendo la azarosa vida del aparentemente ahogado, un hombre que vamos reconstruyendo poco a poco, con detalles, hasta conseguir un perfil completo y con aristas de quien fue un seductor y otras muchas cosas más. 
Carvalho - como el mismo se define ex poli, un ex marxista y un gourmet - va dando cuerpo al caso mediante pistas deshilvanas y entre sus disquisiciones sobre gastronomía tan habituales en el autor y el personaje hasta llegar a la sorprendente resolución del crimen. He leído, y no lo sabía, que la novela fue llevada al cine por Bigas Luna. 
Se trata de una obra corta, entretenida, con una magníficas descripciones de personajes, ambientes y , en este caso, de una sociedad y una época, con unos diálogos brillantes que, en su conjunto, hacen que esta novela negra que roce la perfección. No dejo de sentir, de cualquier manera, en la pluma del autor y sobre todo en la construcción del personaje una ligera tendencia a la tristeza o a la desilusión en un protagonista que se mueve entre la ironía y el cinismo. Pero esto no le impide ser un gran libro, una gran novela, una obra plena que se sostiene en un detective, que aquí surgía de forma incipiente, pero ya con alma propia.

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